martes, 27 de noviembre de 2012

Mi Gordo de huevos canusios

Mi Gordo se presentó en la puerta de La Chuparrosa acompañado de La Señorita de 27 años. Mi Gordo al parecer es alto funcionario, y La Señorita secretaria de alto funcionario. Mi Gordo pidió la mesa del fondo, a la orilla del canal y se sentó dando la espalda a la puerta. Mi Gordo ordenó machaca, La Señorita solicitó chilaquiles rojos con pollo.

La Doña, llegó 20 minutos después de que llegó Mi G
ordo, acompañada con La Cría de 17 años, hija de Mi Gordo y La Doña. La Doña caminó sigilosamente por el pasillo que se hace entre mesa y mesa cual si fuera una leona cazando a su presa, hasta llegar justamente detrás de Mi Gordo.
Mi Gordo solamente se percató de que algo estaba mal, hasta que la cara de La Señorita palideció y se dibujó en su rostro, tal asombro, como si hubiera visto al mismo demonio.

La Doña, respirando profundo y con voz tierna, casi maternal se dirige a mi Gordo y le señala pausadamente: Hay Gordo, ¿apoco crees que a esta Señorita, no le dan asco tus huevos canusios?

Luego La Doña, acomodándose el vestido y tomado un plato, se dirige ahora a La Señorita y le pregunta: y usted Señorita ¿Sabe cómo se les llama, a las que andan con casados?, al mismo tiempo que le arrojaba el plato gritaba con efusión ¡PUTAS!

La Doña y La Cría se dieron media vuelta terminando su efímera visita a La Chuparrosa.

Mi Gordo con velocidad de pistolero del oeste sacó rápidamente su cartera, de su cartera un billete de quinientos, que dejo en la mesa y corrió detrás de La Doña.

Al final sacando cuentas al parecer todos ganamos, La Señorita ganó que la cambiaran de dirección y desayunando con El Compadre de Mi Gordo llego a ser jefa de departamento de la SEPYC y de los ocho mil pesos que le pagaba mensualmente Mi Gordo, hoy gana doce mil quinientos que le paga El Compadre, como información adicional, el próximo número de la cúndina de la oficina, le toca a La Señorita.

El Mesero ganó doscientos noventa pesos, ya que pagó la cuenta con el billete de quinientos que dejó Mi Gordo en la mesa, los doscientos diez pesos que costaron la machaca y los chilaquiles.

El Psicólogo de La cría ganó 3,500 pesos de las cinco constelaciones que pagó Mi Gordo, para quitarle el trauma que le generó a La Cría, el saber que las cejas no era el lugar más raro donde podían salir canas, y definitivamente no.

Usted y yo, como el comercial, no tiene precio, ganamos la sonrisa que genera la declaración pública de los huevos canusios de Mi Gordo.