Nunca hubo un
cazador o pescador más audaz que mi tío Richard, era cuestión que se acercara a
la orilla de un canal con piola en la mano, para que cardúmenes de mojarras
empezarán a brotar desde fondo desesperadas por ser capturadas , bastaba con
que el anzuelo tocara el agua para que en un tirón sacara mojarras, bagres
cochitos, pargos, cauques, enganchados de la boca, la cola, la panza, las
agallas de donde fuera, por qué aunque ustedes no me crean, a veces ni carnada
necesitaba para que mi tío en un simple charquito sacara cantidades bastas,
capaces de alimentar cuadrillas completas de albañiles.
Cierta
mañana dirigiéndose al castillo, justo antes del amanecer, estacionó su Cheyenne
a la orilla de unos manglares, en afán de esperar la salida del sol, encendió
un cigarrillo mientras sacaba su caña de pescar la cual lanzó desde la
orilla mientras el efecto laxante de la nicotina dio su primer aviso, amarró su
caña de una rama, para adentrase a los manglares y detrás de un arbolito pegar
el respectivo cagadón.
Cuál sería
sorpresa, que al regresar a donde había dejado la caña de pescar, encontró a un
venado macho alfa de 7 puntas luchando en la orilla de mar contra un mero de
casi 90 kilos, el venado y el mero estaban atados por la caña de pescar, pues
mi tío sin querer en vez de amarrar la caña al manglar, en la oscuridad no se
dio cuenta y ató la caña a los cuernos de dicho venado que dormitaba entre las
ramas, el venado jalaba hacia afuera al mero y el mero jalaba al venado a lo
profundo del mar.
La lucha
duró unos cuantos minutos más, hasta que ambos animales se agotaron y mi tío
despreocupado tomó la piola del medio, convirtiéndose en el único ser sobre la
tierra, en pescazar un vemero de 250 kilos.
Esa tarde
en un pueblito desconocido a la orilla del mar, la gente comió mero y venado en
tamales, chicharrones, caldo, machaca, cocido y otros platillos más, del mero y
del venado no quedaron ni los huesos, los habitantes del pueblo estaban tan
eufóricos que tomaron tanta cerveza que al quinto día nadie recordaba el
motivo de tal celebración, mi tío paso a ser un héroe desconocido, y hoy aunque
preguntes, nadie recuerda tal hazaña. Solo
los que conocimos a mi tío Richard, sabíamos que tenía un pacto especial y
único con la vida, donde solo el Richard viviría miles de historias increíbles y
maravillosas a cambio de no dejar evidencia, que después tendría que contar a
sus sobrinos, aunque estos por haber crecido, pensarían que eran mentiras.