viernes, 13 de diciembre de 2013

La metáfora de los plebes culones.

Lo persiguieron hasta que lo alcanzaron y una vez atrapado lo colgaron justo enfrente del palacio de gobierno, le pusieron un guardia a cada lado y un letrero que sentenciaba a todo aquel que osara tratar de descolgarlo y darle santa sepultura,  el ladrón ahí suspendido, por órdenes del gobernador en turno, se pudriría poco a poco hasta desaparecer y ser olvidado.

El pueblo, agradecido por las bondades de aquel cuatrero, se acercaba sigilosamente intentando de alguna forma sepultar los pedazos agusanados que se iban despegando poco a poco del cuerpo, sin embargo los guardias rápidamente con sus chicotes, hacían valer la sentencia en el lomo de aquellos cristianos, dicha hostilidad y el apeste del cuerpo putrefacto, hizo que rápidamente la gente tomara su distancia.

En un descuido de los guardias, alejados de los restos hediondos y apenas reconocibles, tocó la casualidad que unos comerciantes, cuyo destino era Culiacán, se toparan de frente al cuerpo suspendido en la soledad y sin estar enterados de quien se trataba, lo menos que podían hacer era darle santa sepultura, y así lo hicieron, cuenta la leyenda que milagrosamente a esos bondadosos mercaderes, los persiguió la buena fortuna por el resto de sus días.

Y así es como empezó la leyenda de Jesús Malverde, el ladrón que le robaba a los ricos para darle a los pobres, un Robin Hood región cuatro, un ladrón que ya muertito hacía milagros, mi tata me dijo un día - este santito es de los preferidos de Diosito, nomas no está sentado a la derecha del Padre, porque ahí esta Jesús, pero si está un poquito más pallá y en la misma dirección-.

Empezaron a llegar sinaloense de todos lados al montón rocoso que formaban el mausoleo de Malverde, el rito consistía en peregrinar hasta ese lugar, dejar una piedra en señal de santa sepultura, pedirle el milagro, esperar, recibir el milagro y regresar con la tambora a agradecer por los favores concebidos. Los habitantes de esta tierra caliente, teníamos nuestra propia fuente personal de milagros, donde se valía pedir cualquier cosa, desde la cura para las reumas hasta la bendición de cargamentos repletos de mota con destino a los Estados Unidos.

Todo iba bien, hasta que llegaron los gringos con sus franquicias internacionales de comida chatarra y compraron el terreno donde los santos restos de Jesus Malverde descansaban, y con sus  maquinas infernales emparejaron sin piedad el montón de piedras que por decenas de años se habían acumulado, y como diría mi tía Ñeca de las Nieves Chente cuando todavía no entra en confianza -.¡a chingar a su madre con todo y huesos pa ótro lado!-.

Lo peor de todo, que después de tantos milagros, nadie dijo nada, nadie defendió el santo lugar, nadie se antepuso ante semejante robo, ese espacio no tenía precio y era patrimonio espiritual universal, los sinaloenses por temor y desidia, nos quedamos parados y en menos de lo que canta un gallo "la McDonalds de Insurgentes" ya estaba vendiendo “las cuarto de libra con queso”.

Yo digo que después de eso ya no fue lo mismo, como una maldición, al mismo tiempo que "la McDonalds de Insurgentes" lograba ser la franquicia que mas BigMacs despachaba del noroeste, Sinaloa se convertía en el estado de mayor obesidad infantil, podría apostar que el santo ladrón nos manda decir a través de nuestro niños gordos y por ende culones, que no está nada contento por aquella vez, que no tuvimos el valor y la voluntad de defender su santo sepulcro y permitir que el milagroso Jesús Malverde se convirtiera en... Jesús MacVerde.

1 comentario:

  1. Tengo entendido, la tumba de piedras que luego fue una pequeña capilla, se encontraba en las inmediaciones del terreno de lo que hoy es el estacionamiento de Palacio de Gobierno, o estoy equivocado y es así que originalmente estaba en el McMalas????

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